lunes, 6 de diciembre de 2010

La invasión de los ladrones de cuerpos


No siempre se tiene “cuerpo” para clásicos... Menos aún al asomarme a filmografías pendientes que producen tanto vértigo como la de Don Siegel. ¡Pero gracias a Dios, todos tenemos a nuestros compañeros de pasiones de espíritu divulgador y desinteresado que siempre están dispuestos a compartir sus descubrimientos! Y es que “La invasión de los ladrones de cuerpos” es un relato trepidante desde los mismos créditos iniciales.


La trama comienza cuando a modo de flashback, viviremos los inquietantes hechos vividos por un Doctor de los de antes, de los que tenían que interrumpir una cita con una joven quince años menor para diagnosticar el catarro del pequeño Jeremy. A partir de esta premisa seremos introducidos en la eclosion de un conflicto masivo desde un punto de vista sobresaliéntemente íntimo dentro de lo que resulta un universo único, dueño de su época. Ese encanto irrecuperable, con una ciencia-ficción ahora inocente, convierten a esta obra en irrepetible.



Por decir alguna contra, señalaría que no se fue muy sutil con el aspecto sentimental del relato. La chica que enamorará a nuestro protagonista, se intuye desde que aparece por primera vez en pantalla, ya que viene señalada con el vestido más original y atrevido (enseñando mucho hombro, vaya). Y la galanería americana de la época es cutre de cojones, pero bueno, son aspectos socioculturales de su tiempo, como que la gente se bese con la boca cerrada y apretando mucho.


Como curiosidad, durante los créditos vi el nombre de Sam Peckinpah, lo que me motivó a concentrarme en encontrar a este buen hombre en pantalla, pero como ya digo, el contacto con la película es inmediato, por lo que tuve que mirar después a ver donde demonios salia Peckinpah, y resultó ser el chico del gas que apareció unos segundos en el sótano.


Ficha en imdb

1 comentario:

  1. Bah! y te dije mil veces para ver la de Donald Sutherland y ni caso, tanto como con ninja scroll BAH!

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