lunes, 6 de diciembre de 2010

I saw the devil


“I saw the devil” es un dramón terrible venido desde Corea del sur, país cada vez más respetado y elogiado en lo que a cine se refiere. Tras su paseo festivalero y recibimiento positivo del público, parece que será otra película estandarte de la industria del país. Puede resultar un tanto extensa, quizá por lo agobiante de la trama o por unos sucesos argumentales basados en la reiteración; y tópica en lo que a mostrar dolor se refiere, jugueteando con talones y otras partes del cuerpo delicadas... A consecuencia de esto ultimo, puede parecer también más ofensiva de lo que en realidad termina siendo. Es tal vez, la película que más traumatismos craneales nos mostrará jamás, obviando en todos ellos los verdaderos problemas que en la vida real acarrearían, como bien nos enseñaron en Cracked.com.



Pero lo que nos retiene en este universo de dolor, es un duelo entre monstruos implacables donde a causa de todo el caos que reina en la historia, es difícil apostar por un claro vencedor. Las escenas de acción se harán de rogar, pero impresionarán por su realización, contundencia y el marco en el que estan inmersas. Estas exquisitas localizaciones son tan ricas en sus detalles que estos terminarán por convertirse en los promotores inmóviles de la pena, el odio, el dolor o la ira, cuando nuestras miradas se aparten de la acción principal. Muy pulcro. Muy coreano. Con una textura y un color soberbios, que hasta nos pueden hacer ver la belleza en una habitación donde yacen los pedazos de otro ser humano.


Destacar la interpretación de Min-sik Choi (Old boy) que parece se siente cómodo en los roles de psicópata y lo cierto es que infunde bastante respeto.


Ficha en imdb

La invasión de los ladrones de cuerpos


No siempre se tiene “cuerpo” para clásicos... Menos aún al asomarme a filmografías pendientes que producen tanto vértigo como la de Don Siegel. ¡Pero gracias a Dios, todos tenemos a nuestros compañeros de pasiones de espíritu divulgador y desinteresado que siempre están dispuestos a compartir sus descubrimientos! Y es que “La invasión de los ladrones de cuerpos” es un relato trepidante desde los mismos créditos iniciales.


La trama comienza cuando a modo de flashback, viviremos los inquietantes hechos vividos por un Doctor de los de antes, de los que tenían que interrumpir una cita con una joven quince años menor para diagnosticar el catarro del pequeño Jeremy. A partir de esta premisa seremos introducidos en la eclosion de un conflicto masivo desde un punto de vista sobresaliéntemente íntimo dentro de lo que resulta un universo único, dueño de su época. Ese encanto irrecuperable, con una ciencia-ficción ahora inocente, convierten a esta obra en irrepetible.



Por decir alguna contra, señalaría que no se fue muy sutil con el aspecto sentimental del relato. La chica que enamorará a nuestro protagonista, se intuye desde que aparece por primera vez en pantalla, ya que viene señalada con el vestido más original y atrevido (enseñando mucho hombro, vaya). Y la galanería americana de la época es cutre de cojones, pero bueno, son aspectos socioculturales de su tiempo, como que la gente se bese con la boca cerrada y apretando mucho.


Como curiosidad, durante los créditos vi el nombre de Sam Peckinpah, lo que me motivó a concentrarme en encontrar a este buen hombre en pantalla, pero como ya digo, el contacto con la película es inmediato, por lo que tuve que mirar después a ver donde demonios salia Peckinpah, y resultó ser el chico del gas que apareció unos segundos en el sótano.


Ficha en imdb

Sex and Fury


Sex and Fury fue denominada junto a otras películas similares del Japón de la época, “Pinky violence”, hijas de los “Pink films” nacidos en los 60, que no eran otra cosa que porno “softcore”. Es una de esas películas que a pesar de malas, es imposible que te caigan mal. En ella se cruzaran la ladrona y espadachina interpretada por la que parece ser una maestra del genero Reiko Ike, con la sueca Christina Lindberg, que hará las veces de espía y pistolera. Ambas tendrán sus encontronazos sexuales con los diferentes personajes de la trama, pero nunca se verán involucradas sobre el mismo tatami, lo que seguro más de uno habria soñado. Como son guapas y están dispuestas, se peca, para mi gusto, de demasiadas escenas de este tipo, pero también nos enseña cosas como que los japoneses ya estaban enfermos y gustaban de atar con cadenas a las mujeres en los 70, en la era Meiji y probablemente mucho más atrás.



Envueltas en una trama resuelta de forma un poco abrupta en las que las transiciones entre escenas pueden resultar a veces muy ásperas, termina por resultar entrañable debido a sus descabellados planos, el divertido uso oriental de los colores y los contrastes entre lo épico y lo hortera. Como dato curioso, Tarantino cogió prestadas diversas cosas de Sex and Fury que podemos ver en el primero de los volúmenes de Kill Bill.

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